
Abrir un grifo en casa para saciar la sed o hacer circular agua en un sistema de refrigeración en una unidad industrial son objetivos muy distintos, pero tienen un denominador común: necesitan agua tratada. Para conseguirlo, tuvimos que pasar por un largo proceso de investigación, cuyo resultado es, para muchos, uno de los mayores logros del último milenio.

De los isocianuratos clorados a la hidracina, la diclorofenilsulfona y el fosgeno. ¿Desconocido y difícil de pronunciar? Es muy probable. Pero estos son sólo algunos ejemplos de los más de 30 derivados del cloro que tienen una enorme influencia en nuestras vidas, incluida la seguridad.

Recoger, tratar y adaptar el agua de mar para el consumo humano es una práctica centenaria. El reto sigue existiendo, pero se ha vuelto aún más acuciante por los efectos del cambio climático.

En el complejo y amplio mundo de la química, existen pocas unidades de medida tan transversales como el pH. La simple escala que lo mide puede revelar secretos bien guardados o dar una indicación de que es necesario reaccionar ante un problema potencial.

“Electrólisis”. Pocos saben lo que significa, pero todos se benefician de ella. Ya sea bebiendo agua del grifo o bañándose en una piscina. Y muchos más se beneficiarán de esta tecnología, que induce a la descarbonización y la sostenibilidad.

Hay una química que une la suela de las zapatillas que usamos para correr con la espuma del colchón en el que dormimos. Se llama anilina y forma parte de nuestro día a día.