Cloro y seguridad: poderosos aliados

El cloro hace que la vida humana sea más segura. Su aplicación más universalmente reconocida es el tratamiento del agua para consumo humano, considerado por muchos como uno de los mayores descubrimientos del último milenio, sin el cual la historia de la humanidad habría sido sustancialmente diferente. Pero su importancia va mucho más allá de esta aplicación extraordinariamente relevante o incluso decisiva.
 

Como agente infiltrante, el cloro está presente, pero no es visible, en miles de productos que forman parte de nuestra vida cotidiana. Al integrarse en compuestos químicos esenciales en los más diversos procesos de producción, su alcance es notable, al igual que el impacto de sus decenas de derivados.
 

El llamado "árbol del cloro", que ilustra gráficamente las ramas (derivados) y los frutos (productos) obtenidos a partir de este elemento químico, pone de manifiesto su importancia en un ámbito crucial de la sociedad: la seguridad en su sentido más amplio.

El sistema de airbag, componente de seguridad de un coche, utiliza hidracina, un derivado del cloro, como uno de los gases que le permite expandirse en caso de choque. El cloroetanol, por su parte, es la base para la fabricación del poliéster que compone los cinturones de seguridad, un elemento que se calcula que ha salvado más de un millón de vidas en la carretera desde que se inventó en los años 50.
 

En los coches y otros vehículos, otra aplicación clave es el cloropropanol en los líquidos de frenos, un compuesto que se utiliza desde hace tiempo en los sistemas de frenado hidráulico.

En las actividades náuticas, otro derivado del cloro, el diclorobutano, da lugar al adiponitrilo, que es un intermedio en la producción de nylon. Entre otras innumerables aplicaciones, el nailon puede utilizarse para fabricar chalecos salvavidas, cuya función e importancia está ampliamente reconocida como último recurso para la supervivencia en caso de accidente en el medio acuático.

Equipos de Protección Individual (EPI), imprescindibles en actividades militares, de seguridad y protección civil, así como en otras funciones laborales de alto riesgo físico.
 

Los chalecos antibalas y los guantes de protección, por ejemplo, incorporan cloruro de telefato, un componente clave en la fabricación de polímeros de alto rendimiento (como el kevlar) y fibras de aramida, que ofrecen una gran resistencia a las agresiones físicas, al fuego y a los productos químicos, entre otras ventajas.

Los trajes utilizados para actividades de alto riesgo, como los de los bomberos o los conductores de automóviles, contienen cloruro de isoftaloilo, al igual que los trajes militares y policiales, lo que les confiere una gran resistencia.

El fosgeno también desempeña un papel importante en este campo, como elemento básico en la producción de policarbonato, que se utiliza en la fabricación de gafas y cristales antibalas. 

El cloro también ha demostrado ser un valioso aliado en situaciones graves de salud pública, tanto desde el punto de vista preventivo como curativo, ayudando a salvar vidas y a mantener el orden social.

Como principio activo del hipoclorito de sodio, ha tenido una importancia fundamental, por ejemplo, en la lucha contra el Covid-19 como agente desinfectante de espacios públicos y privados, así como en la lucha contra infecciones víricas de gran impacto en términos de salud pública, como las causadas por los virus del Zika o del Dengue. También hay que destacar su relevancia como potente freno a la propagación de la Legionella.  

Carl William Scheele, el químico sueco que descubrió el cloro hace casi 250 años, seguramente no habría imaginado que estaba poniendo la semilla para el advenimiento de algo especialmente importante en nuestra vida cotidiana, y que se ilustra con el "árbol del cloro". Como en otros campos, también en materia de seguridad, este árbol extiende sus ramas a lo largo y ancho: desde la protección personal hasta la pública, desde la defensa del bien común hasta el mantenimiento de la integridad física en las actividades de ocio más radicales.

Portugal ha desempeñado, durante varias décadas, un papel importante en la producción de este guardián social. Con unidades de producción en Estarreja y Torrelavega, en el norte de España, Bondalti es hoy, en términos de capacidad instalada, el mayor productor ibérico de cloro, que se obtiene a través del proceso de electrólisis, utilizando las mejores técnicas y tecnologías disponibles y de acuerdo con las más altas exigencias medioambientales.