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Bondalti - Evolving Chemistry - Reportajes - Plástico: los desafíos del futuro

El plástico está en todas partes e incluso donde no debería estar: en los océanos y en los estómagos de los animales marinos. La contaminación plástica es uno de los mayores retos a los que se enfrenta la Humanidad hoy en día. Las previsiones de la ONU para el Medio Ambiente apuntan a la posibilidad de que haya más plástico que pescado en los océanos para el 2050. El escenario es catastrófico y sólo puede invertirse con un cambio en el comportamiento Humano. Es urgente romper el ciclo del plástico desechable y apostar por la economía circular.

 

Sin embargo, es importante señalar que el plástico tiene propiedades tan interesantes que lo han convertido en un material ampliamente utilizado y transformador en la sociedad moderna. Utilizamos el plástico para producir tecnologías ambientales, para fabricar los productos de los que no prescindimos, como teléfonos móviles y ordenadores, para fabricar coches y electrodomésticos y dependemos del plástico para los tan deseados avances en la Medicina.

 

El plástico es ligero, flexible, versátil, resistente, duradero y barato. Es un material sintético, un polímero, resultado de muchos experimentos químicos. Debido a que no existe en la naturaleza, es 100% artificial y, una vez producido, necesita décadas o siglos para degradarse. La durabilidad del plástico es quizás su mejor característica de sostenibilidad, pero también es su contrario.

 

Necesitamos el plástico para vivir, pero también necesitamos una solución inteligente para aprovechar sus cualidades y, al mismo tiempo, evitar que este material contamine el medio ambiente.

Está en manos del Hombre elegir productos sostenibles o reducir la dependencia de los plásticos de un solo uso y cambiar los hábitos de consumo a una economía circular: reducir, reutilizar y reciclar es la solución.

Desde la década de los 50 la industria del plástico ha crecido y el material ha sido considerado como uno de los mayores inventos del siglo pasado, contribuyendo al desarrollo de la Humanidad.

 

De hecho, los primeros materiales plásticos aparecieron a finales del siglo XIX, cuando todavía se permitía la caza y el marfil de los elefantes se utilizaba ampliamente en la fabricación de diversos objetos, como las teclas de piano y las bolas de billar.

 

La práctica excesiva de la caza amenazaba con la extinción de la población de elefantes y fue entonces cuando un fabricante estadounidense de bolas de billar lanzó un concurso en el que ofrecía diez mil dólares a quien fuera capaz de inventar una alternativa sintética al marfil. El joven inventor americano John Wesley Hyatt (1837-1920) aceptó la oferta y, en 1869, perfeccionó el celuloide, pero fue en 1907 cuando el químico belga Leo Baekeland (1863-1944), naturalizado estadounidense, creó el primer plástico completamente sintético y comercialmente viable: la Baquelita.

 

Fue entonces cuando comenzó la era de los plásticos modernos, hechos a partir del petróleo, carbón y gas natural. La clave de este nuevo proceso fue la polimerización, que consiste en sintetizar, a partir de varias reacciones químicas, varias moléculas más pequeñas en una más grande, dando mayor durabilidad al material. Desde entonces, cientos de plásticos o polímeros han sido creados por las empresas petroquímicas para los más diversos usos, como el poliéster, el PVC, el nylon, el poliuretano, el teflón y la silicona.

Los estudios que han llevado a cabo los científicos del Grupo de Trabajo sobre el Antropoceno muestran que el impacto humano está dando lugar a una nueva era geológica: la del Antropoceno o la Era de la Humanidad. Todo indica que el plástico - un material que no se degrada - será una de las mayores huellas que el hombre dejará al mundo.

 

Hoy en día, alrededor del 40% de los más de 448 millones de toneladas de plástico que se producen anualmente son de un solo uso, utilizados en gran medida como envases destinados a ser desechados a los pocos minutos de su compra, en los que incluyen tazas, bolsas, cañitas, envases y cubiertos desechables.

 

Si continuamos a este ritmo, las previsiones actuales muestran que la producción mundial de plásticos aumentará considerablemente en las próximas décadas: deberá alcanzar los 550 millones de toneladas en 2030 y los 33.000 millones de toneladas en 2050.

 

Además del plástico desechable, los altos niveles de dióxido de carbono (CO2) liberados en la atmósfera, el hormigón, el aluminio y los fertilizantes son otros ejemplos de la huella humana. 

 

La isla de desechos plásticos que flota en el Pacífico tiene 1,6 millones de kilómetros cuadrados, que es más de 17 veces el tamaño del territorio continental de Portugal, las Azores y Madeira.

 

Es un desastre ecológico y es el mayor vertedero de desechos oceánicos del mundo, con 1.800 millones de piezas de plástico flotantes que pesan unas 80.000 toneladas. Además de contaminar todo el ecosistema, matan a miles de animales marinos cada año.

 

Allí se encuentran envases, botellas, tapas, hisopos, cuerdas y redes de pesca. Los animales que ingieren plástico sufren asfixia, perforación intestinal y hambre. Este flagelo es, también, una amenaza para la salud humana, ya que los peces que comemos están contaminados con micro-plásticos en sus estómagos.

 

Se estima que cada año llegan a los océanos unos ocho millones de toneladas de plástico. Según la ONU para el Medio Ambiente, la distribución del plástico en el océano es de unos 15% en la superficie, unos 15% en las playas y unos 70% en el fondo del mar.

El descarte de un material con un alto poder de permanencia, sumado a nuestra capacidad de consumir más y más y reciclar poco, se convirtió en letal para el Planeta.

 

Por eso, en enero de 2019, los gigantes químicos del mundo se unieron y formaron la Alianza para Acabar con los Desechos Plásticos, una organización sin fines de lucro que promueve soluciones para eliminar los desechos plásticos en el medio ambiente, especialmente en los océanos.

 

Con una inversión de 1.500 millones de dólares en los próximos años, la nueva alianza pretende desarrollar tecnologías y modelos de negocio que trabajen con el reciclaje y la captura de los residuos plásticos antes de que lleguen a los océanos. 

 

En Portugal, Bondalti también es parte de la solución. Consciente de que el Planeta Tierra no es desechable, la empresa lleva varios años concienciando a los colaboradores contra el uso de plásticos desechables, promoviendo varias iniciativas, como las acciones de limpieza de playas. Además, Bondalti viene alertando sobre la necesidad de cambiar los comportamientos, distribuyendo loncheras térmicas y botellas reutilizables a los colaboradores, además de colocar ecopuntos en los distintos edificios.