El plástico está en todas partes e incluso donde no debería estar: en los océanos y en los estómagos de los animales marinos. La contaminación plástica es uno de los mayores retos a los que se enfrenta la Humanidad hoy en día. Las previsiones de la ONU para el Medio Ambiente apuntan a la posibilidad de que haya más plástico que pescado en los océanos para el 2050. El escenario es catastrófico y sólo puede invertirse con un cambio en el comportamiento Humano. Es urgente romper el ciclo del plástico desechable y apostar por la economía circular.
Sin embargo, es importante señalar que el plástico tiene propiedades tan interesantes que lo han convertido en un material ampliamente utilizado y transformador en la sociedad moderna. Utilizamos el plástico para producir tecnologías ambientales, para fabricar los productos de los que no prescindimos, como teléfonos móviles y ordenadores, para fabricar coches y electrodomésticos y dependemos del plástico para los tan deseados avances en la Medicina.
El plástico es ligero, flexible, versátil, resistente, duradero y barato. Es un material sintético, un polímero, resultado de muchos experimentos químicos. Debido a que no existe en la naturaleza, es 100% artificial y, una vez producido, necesita décadas o siglos para degradarse. La durabilidad del plástico es quizás su mejor característica de sostenibilidad, pero también es su contrario.
Necesitamos el plástico para vivir, pero también necesitamos una solución inteligente para aprovechar sus cualidades y, al mismo tiempo, evitar que este material contamine el medio ambiente.
Está en manos del Hombre elegir productos sostenibles o reducir la dependencia de los plásticos de un solo uso y cambiar los hábitos de consumo a una economía circular: reducir, reutilizar y reciclar es la solución.