En 1833, el cólera llegó a Portugal y se cobró 40.000 víctimas (más que la guerra civil entre liberales y absolutistas). La bacteria había entrado en Europa solo un año antes, proveniente del río Ganges, de la India, a través de las rutas comerciales. En 1832, causó 20.000 muertes en París y más de 6.500 en Londres. A esta primera oleada le siguieron otras ocho olas epidémicas, muy agravadas por el consumo de agua y productos frescos contaminados, la concentración de enfermos en espacios pequeños y la falta de higiene en general.
La última epidemia de cólera en Portugal se produjo en el verano de 1974 en Tavira. Según el semanario Expresso, se registraron más de mil casos, principalmente en Lisboa y Oporto. Los cuidados recomendados en aquella época no eran muy diferentes de los consejos proporcionados durante la pandemia actual de COVID-19: refuerzo de las normas de higiene, sobre todo el lavado de manos; cuarentena y aislamiento de los grupos de mayor riesgo. Además, en el caso del cólera, se recomendaba desinfectar los alimentos frescos y hervir el agua antes de consumirla.